
Es indudable que lo que está sucediendo en China es una especie de misterio o de cuestión sin resolver sin las necesarias explicaciones del gobierno de este país. El coronavirus surgió en Wuhan y ya desde hace unos días o semanas se están celebrando fiestas masivas sin distancia de seguridad y sin mascarillas y la gente, aparentemente, no se contagia.
O, al menos, eso dicen las autoridades chinas. Si es verdad lo que afirman no se sabe. En todo caso, dicen que en Wuhan el último caso local data de mayo. Si esto es cierto parece inexplicable.
O podría ser que los chinos estén recibiendo algún tipo de tratamiento desconocido que puede ser un antídoto o unos medicamentos que el resto del mundo no están utilizando. Todo son especulaciones y conjeturas.
El hermetismo del gobierno chino y su negación de cualquier responsabilidad en el surgimiento de la pandemia es esperpéntico. Es la negación de lo evidente y comprobado. El gobierno comunista chino llega a acusar a España, Italia, Francia y varios países de ser el posible origen del covid-19.
Es evidente que los efectos patógenos del coronavirus superan todo lo conocido hasta ahora. Ya hace unos meses que científicos chinos están desarrollando una cura para el covid. Incluso un centro de la Universidad de Pekín está creando anticuerpos en laboratorios para la lucha contra la pandemia que está padeciendo el mundo.