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“El viejo Tomé” hablando cierta vez conmigo sobre algunas cosas de la vida… | Cuentos y relatos globales. 03.05.20 | | *Mi amigo, aún recuerdo aquellos días cuando andábamos en el vacile…Escribe; “El Viejo Pimie” –como me decía él.- Cada vez que “el Viejo Rome” salía conmigo a la calle, a su paso dejaba la estela de su loción favorita: “ María Farina”. Alzaba la frente, sacaba el pecho, se retocaba su “capul embrilliantinado” cayéndole sobre la frente y, de Daniel Santos, cantaba en su tomo de man bacán: “Ya me tiene jorabao/ con eso de que le ataque/ se va y viene el almanaque/ y yo aquí en el mismo lao/ ataque compay/ ataque compay/ ataque compay/ ataque/”… En tal oportunidad, con la fresca de los primeros alisios, nos fuimos al parque. Llevaba puesto un jean todo trabajo, camisa blanca de mangas largas arremangadas, zapatos del mismo color…mocasines y sin medias. Esos mismos zapatos que para referirse a ellos, lo hacía también cantando así: “ Tiene los zapatos blancos/ que su mamá le compró/” (uno de los apartes de la canción “Juana tiene un perro que se llama Faraón”, que canta Aníbal Velázquez), y en tal momento iba sin su distintivo sombrero de pana negra. Queríamos congelar el paso del tiempo y los dos frisábamos los 17. | -¿Y, el sombrero?- le pregunté.
-Lo mandé de vacas (de vacaciones), mientras le doy una despercudida y lo mando a confesar con el padre Hernández- respondió con voz de desecho y con desdén, y a continuación señaló:
-“Viejo Pimie”, la gente es mala.
-¿Por qué? ¿A qué te refieres?- le respondí con dos preguntas.
-No joda “Viejo Pimie”, por eso de los niños del Vietnam y lo de las casas de cartón…eche usted no oye radio, no escucha noticias…pare oreja. Infórmese.
.Uyyy… filósofo y todo- le dije.
-Claro “Wapiji”, el animal más malo del mundo es el hombre.
Quería hacerlo hablar y le pregunté por Mirta, su novia. Eso le daba en el corazón.
-Por ahí está con su bolsa llena de desprecios… ¿Sabe qué “Viejo Pimie? Cuando uno se casa o se busca una “jermu” (mujer), sabiendo que la vejez nos llega a todos, entonces lo que se tiene es una niñera que nos baña, nos viste, nos empolva, nos peina sacándonos el camino a medio lao, nos pone las medias, nos pone los zapatos y nos sienta en un mecedor de plástico diciéndonos: Se me queda ahí, oyó…y no joda tanto que tengo mucho oficio que hacé.
El alma, por dentro se me reía.
Pasó en ese instante el bus que conducía Arístides Rojas, y “el Viejo Rome”, inspirado en su mamadera de gallo, confianzudo, alzó la mano y con voz de arrebato, así lo saludó:
-¡“Viejo Sangre! ¡Dele máquina!
Al conductor en referencia le decían en el pueblo “San Gregorio” por lo del sombrero que usaba y por su cierto parecido con el santo.
El señor Roja lo miró con rabia y lo mató con la mirada.
“El Viejo Rome”, a la sombra de un almendro en el parque, filosofaba y filosofaba sobre la vejez.
-“Viejo Pimie”, algún día seremos ancianos inclinados, inclinados sobre un bastón y caminando lento como dice “el Viejo Piero”… escuche: “Ahora ya caminas lento/Como perdonando el viento/”…
Me quedé pensativo…pero él no paró allí.
-Saldremos y no regresaremos. No reconoceremos “el cantón” (la casa), aunque estemos en frente de ella, se nos perderá el camino viviendo años de consuelo. A los viejos deben coronarlos. Son los reyes de la vida.
Tenía cara de enigma.
Por ejemplo, “Viejo Pimie”… “el Viejo Facu” (Facundo, su padre), vive en el mote solo…bueno, solo no, con sus fantasmas del pasado. Le soplan la oreja y les contesta: “Sí, ya voy”… “Bueno, ahora”.
Pasó M. A. , de regreso del colegio de bachillerato, y “el Viejo Rome”, conociéndome enamoradizo y soñador, dejando de lado sus razonamientos sobre la vida, en mi nombre, porque sabía que la hembra me jalaba del corazón, le soltó este piropo:
-Adiós, preciosa, mi amigo tiene en su corazón una casa para esa reina.
Lo dijo sílaba por silaba, palabra por palabra. La piropeada se hizo la inconsciente. -Estás romántico- le dije. -Le di en el mero-mero. Verás a ver que eso la engorda.
Ella nos miró de lado y se sonrió sin rehusar el requiebro.
-¡Los peluqueros también comen, “Viejo Rome”! Le gritó del otro lado del parque Arturito Jiménez, quien pasaba.
Romelio tenía el pelo casi en los hombros.
-Que vayan afilando los fierros- le respondió.
Se tocó el lobanillo que tenía en la sien derecha, motivo por el cual le decían “Chivolito” por apodo. Me miró y me dijo:
-Esta es mi carta de la inmortalidad. Que lo sepa la aldea.
Era la primera vez que conmigo, “el Viejo Rome” se refería a su sobrenombre que no le gustaba mucho y recuerdo que le dije mamandole gallo. -Eche, pendejo…esa vaina se te quita con jabón.
No me paró bolas…
.¿Y la Mona, qué?- le interrogué sin que lo esperara y como si lo dicho por mí fuera para él un golpe bajo.
-“Wapiji”, le solté una parla de dos horas. Usted sabe. Yo no tartamudeo; pero me aplazó con un de pronto de buena crianza.
Se atusó el bigote de lado y lado. Lo tenía adulto y poblado de tanto huirle a la “Gillette”.
De pronto, sus facciones romanas, se pusieron triste. El resplandor de los cielos le dio un brillo a su negra mirada de ojos gachos y, dejando de lado lo mundano, como si cambiara de pelaje me dijo:
-Estoy preocupado “Wapiji”. La Mirta perdió el año, perdió tres materias escolares y me están echando la culpa a mí…”Viejo Pimie”, yo no soy el que estudia. La que estudia es ella… sí o no…Eche y que perdió inglés, español y biología y no se da cuenta que yo he perdido el corazón por ella… Me lo transformó. Mudé el pellejo…Yo también perdí el año “Viejo Pimie”…Y me siento como si al man del pote de Avena Quaker, los malandros de “el Boliche” en Barranquilla, de pronto le hubieran robado el sombrero. De lejos, nos llegó la música de algún radio donde sonaba el villancico “Tutaina Tuturumá”. Era un 18 de diciembre de 1970.
El relato hace parte de la novela inédita: “El Viejo Rome”, bacán de pueblo –La vida es una charanga- |
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