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De Don José, era el burro
(Texto navideño)
| Cuentos y relatos globales. 29.12.19 | | Escribe Walter E. Pimienta Jiménez..- Silvestre, el carpintero, y en tal tiempo a la vez sacristán de la iglesia del pueblo en ocasiones del padre Hernández, quiso prestar, de buena fe, su burro prieto para que en este, en la novena personificada de aquella Navidad, la Virgen María, a punto de dar a luz, de casa en casa, seguida del abnegado San José, al mundo pidiera cristiana posada. Pero había un problema, el asno en referencia, era algo arisco y hosco cuando le tocaba las orejas y, de una, dando un fuerte e inesperado jalón hacía abajo, tumbaba al distraído jinete…Y ya tocaría imaginarnos lo que acontecería a la Santa Madre de Jesús de darse aquello… La “Niña Ramona”, como siempre, organizadora del bíblico evento, advertida de la mala maña del burro de Silvestre, pensó entonces en un burro manso, dócil y bueno, que sustentando con buen millo, hierba fresca y maíz desgranado, justificara lo que se comía siendo dueño de una conducta asnal intachable como paga por su buen trabajo… -Tiene que ser paciente, sosegado y pasivo, ¿Quién tendrá un burro así?- Se preguntaba ella. | Y así, indagando e indagando; rastreando informes y buscando las más sanas sugerencias, la “Niña Ramona” se enteró que el de don José Rocha era el burro que necesitaba; pues este, había sido castrado y le adornaban buenos comentarios llenándole de cualquier cantidad buenas cualidades , entre ellas la de que hasta para dormir, mirando primero al cielo, como haciendo una oración de agradecimiento al Señor, desde su caballeriza rebuznaba diciendo a su amo: “Buenas noches tengas José, que duermas bien… ya mañana será otro día”… …Y este burro, igual que el gallo de Juancho, hizo desde entonces parte de aquellas distintas Navidades de antes protagonizando bien gran su papel. Pero, antes hablemos un poco de aquel burro casi apóstol… De él, cuentan los hombres dignos de fe que le conocieron, hizo de todo arreando en cajas colocada a lado y lado de sus costilla, la arena que del Arroyo Grande se extraía para la construcción de casas cuando, su dueño, para labores de albañilería lo prestaba…Y el burro de don José, reflexivo y vigoroso, sin necesidad de latigazos ni de insultos y sin resentirse en nada, sin renuncia alguna, aquello con amor hacía… Cuando de la región de “Conchita”, y otros parajes, su amo, haciendo de campesino, le tocó traer en él al pueblo cualquier cantidad de cargas de maíz, el burro de don José, reflexivo y vigoroso, sin necesidad de latigazos ni de insultos y sin resentirse en nada, sin renuncia alguna, aquello con amor hacía… Era una buena bestia de carga. Y así, la “Niña Ramona”, haciendo de Juan de Acosta una especie de Belén nocturno, desde la residencia de un posadero, al albergue de otro, daba lugar a unas novenas inolvidables llevando a María en el burro de don José en la seguridad de que de este, la madre de Dios no se caería. Al asno referido, le tocó aquella dulce misión dando, para comodidad de la virgen y tranquilidad de San José, pasos suaves en el recorrido sin verse jamás involucrado en un acto indebido porque el burro de don José, reflexivo y vigoroso, sin necesidad de latigazos ni de insultos y sin resistirse en nada, sin renuncia alguna, aquello con amor hacía… …Y pasero como era, el burro de don José, seguido de un devoto y bullicioso coro infantil cantando villancicos con maracas y panderetas, hacía del camino un paso corto en el encuentro de una puerta abierta para que la historia de su historia de burro beato, con su lazo llevado de cabestro, fuera guiado por la mano de Dios en el preludio de un gran acontecimiento… El itinerario de cada “viaje” se cambiaba todas las noches. Hoy, en la Calle del Palenque; ayer, en la Calle del Repaso; mañana, en la Calle Nueva; después en la Calle de las Delicias, el burro de don José se sabía todos los caminos del pueblo casi que sin guía…o quizás sí, porque guiado por el Espíritu Santo, encontraba la casa en referencia y la reconocía porque en ella, una luz distinta, la luz de Dios, le decía que allí era la posada y llegando que había, detenía su marcha en la bendición de un rezo de niños que, piadosos, también rezaban por él…
…¿Que cómo sería el camino de mañana? Quizás el de la Calle de las Flores, o el de la Calle Grande, de todos modos, el burro de don José, en lo absoluto los senderos se sabía por inciertos y difíciles que fuesen estos llevando contento en sus lomos, la ninguna carga pesada de María y la historia de una Navidad y la promesa de Dios para los suyos…Que pare él, por su trabajo y su santa paciencia, ya habría su recompensa: conchas comestibles, frutas de temporada y un cascabeleo de alegría en sus cascos haciendo por orden de Dios, se le volvieran suaves las piedras y que nunca dejara de ser piadosa la mirada de quien le lleva seguro bajo la luz de las estrellas… …Y así, por nueve noches seguidas, con una luna de plata, grande, redonda y pura acompañando al burro de don José, éste, tácito y sobrentendido en su cumplimiento, al Belén hecho pesebre en un rincón de la iglesia, la tarde del 24 de diciembre llegaría oloroso a incienso y, como pisando nubes, su carga santa dejaría en la tibieza suave de un templo donde Baltazar, el campanero, repicaba campanas de alegría llamando a la aldea a la unidad en la libertad de los vientos…Y el burro de don José, reflexivo y vigoroso, sin necesidad de latigazos ni de insultos y sin resistirse en nada, sin renuncia alguna, aquello con amor hacía… NOTA: Pulse y escuche una canción alusivahttps://youtu.be/Pa0PVkEfJio
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