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Vainas mías
¿Vivir del cuento o morir en él? | Cuentos y relatos globales. 08.04.18 | | Escribe; Walter E. Pimienta Jiménez.- Creí que podía vivir del cuento y el cuento es que no he podido vivir de él. He publicado tres libros, dos con dinero de mi propio bolsillo, y uno becado (gratis) por el Fondo de Cultura del Atlántico, y, persiguiendo mis propias huellas de escritor, tengo como seis más terminados y a todas la editoriales, tanto nacionales como internacionales, a los que se los he propuesto me dicen que tales trabajos son muy buenos y que se acogen a sus filosofías editoras y que me los publican pero poniendo yo el dinero de la impresión con otras arandelas… es decir, serían ellos quienes, en ese caso, vivirían de mi cuento y no yo… La verdad es que no soy de los que quiere verse editado pagando de mi bolsillo simple y llanamente por llamarme engañosamente escritor…si mi obra es mala o buena, que se me compre el derecho de autor y ya está , creo, es lo lógico. Entonces que no imaginen quienes me leen gratis que los escritores vivimos del cuento, no en mi caso, y no sé si en el pasado otros como que sí… o se regalaban… | No suelo interesarme por saber cómo hacen otros para publicar sus libros; ni va ni me viene, pero si me interesaría saber si viven del cuento; de enterarme y comprobarlo, les mandaré una placa, una placa de alguna vaina, pero una placa distintiva y de admiración, no de envidia, porque la cosa es que escribir hoy en día requiere de algo así como de héroes para ser conocidos un poquito más allá del barrio donde uno vive, pero con la seguridad de que ninguno de los vecinos te ha comprado el libro y sabiendo ellos que es bueno y que vale la pena leerlo, descaradamente te piden que les regales uno… Y entonces pregúntate cómo ha hecho Vargas Llosa y cómo lo harían Cortázar y García Marques y Borges… Quienes, como en mi caso, estamos mamados de los narco escritores que inmortalizaron a las escasas de tetas que no tienen paraíso, a un Pablo Escobar que quisieran hacer volver o que no envejece oxigenado en el patrón, el capo y tantas vainas más y a la de las tijeras enseñando como se le castran los huevos a un hijo de puta y a un anti cristo que le pide a la virgen de los sicarios no fallar a la hora de bajarse al otro man, entendemos que para escribir en los tiempos que nos tocan, hay que ser indignos, despreciables, rastreros y malas vidas como nuestra propia sociedad con todos sus utensilios. En cambio, quienes queremos escribir rescatando valores, mejor que nos quedemos jugando a la peregrina porque con nuestros escritos somos imperceptibles en un mundo donde los pérfidos y perversos nos apuntan con un revolver por pendejos… He leído a Cortázar y coincido con él cuando dice que el cuento que más gusta es el cuento más mal contado y que deja una gran distancia entre lo moral y lo inmoral a la que le gana de calle porque muestra la irrealidad vista con endiosamiento a los falsos héroes, misma que se vende y se compra y hace de la vida un juego pendejo de la muerte. Cada vez que la historia tenga más hijueputadas que decir, será mejor y mucho mejor si mira en el crimen y el delito algo que sí paga, considero. Así nos ven afuera a través del calidoscopio del plomo y de la metralla. Yo, por consiguiente, huyo de esta literatura de ida sin regreso. Lo tristes es que la misma entra en las casas con la TV y allí es esperada, y se le extraña…Y entonces se queda la verdadera literatura sin el milagro la palabra buena, sin poder cambiar el mundo con pensamiento bueno y, en contra, con mucha pero muchísima imaginación de pensamiento para lo malo por falta de cultura, la gente que es feliz viendo la muerte de quien estando retozando debajo de la palma, es muerto por un coco que le cae en la cabeza, y es cuando entiendo que exista quien sea capaz de hacer de la realidad de una falta de tetas, toda una gran y exitosa obra literaria. Sin dudas, contagia este cuento vestido de sombras y de lo turbulento...toca recono0cerlo… Confiaba en una sociedad donde la buena literatura pudiera llevar a los tribunales de la justicia a los culpables del mal y del delito, pero el lenguaje común, vuelto asesina palabra del plomo, la volvió metáfora de lo supremo porque ya ha no hay quien viva del cuento escribiendo del amor abordado como lo más humano. Díganme resentido, o como lo consideren o lo crean…me importa un carajo… lo cierto es que hasta ahora no como ni vivo del cuento o mejor, de mis cuentos…Por lo pronto, como quiero comer y vivir de este y no quiero morir en él, les pregunto: ¿será que mejor hago lo posible por cambiarme de vida escribiendo hijueputeces?. …Espero sus respuestas…
Walter E. Pimienta Jiménez |
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