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Elogio a mis zapatos | Cuentos y relatos globales. 12.11.17 | | Escribe Walter E. Pimienta Jiménez.- Mis zapatos y mis pies o, mejor, mis pies y mis zapatos, son algo vivo: caminan, escalan; abren caminos al camino, recuerdan sendas; escriben historias. Tienen el deber de tropezar con piedras y liberarse de ellas con la caída…pero, con todo, estoy seguro, me llevan de regreso a mi casa aunque sea por otra senda. Mis zapatos y mis pies o, mejor, mis pies y mis zapatos, me murmuran en silencio y me piden su paseo diario porque caminar es ejercicio de pies y de zapatos, de zapatos y pies… y porque al mundo lo aperturó un hombre caminante, un nómada feliz hasta la última gota de su existencia perdido y sin culpa. Meto mis pies en mis zapatos o en ocasiones son mis zapatos los que se meten en mis pies y murmurando adioses, salen a la calle, requieren salir llenos de vida plena… Pero a veces, a veces hay zapatos y pies, pies y zapatos que no vuelven nunca más habiendo emprendido una caminata interminable disfrutando de un tiempo sin tiempo, sometidos a la urgencia de llegar temprano a alguna ninguna parte, prevaleciendo en suelas rotas, viviendo unidos a un cuerpo cansado de bosques, de espinas, de guijarros… indiferentes a la ruta eximida de la responsabilidad cada vez mayor de hincarnos para que agucemos los sentidos y renovemos alientos dando sentido a un mundo donde todo son caminos, caminos compartidos con otros que en sentido contrario, con nosotros, también van a la misma meta a la que aún no ha llegado ningún humano que a pie, emprendió su victoria de haber sido previamente el primer bípedo en caminar con zapatos o en la victoria de unos zapatos que caminaron con unos pies dentro…no sé, o algo así… | Al margen de nuestro desarrollo cerebral, la especie terrenal, creo, comenzó en los pies y en la arrogancia de aquel humanoide que, dejando su simiesco origen, bajando del árbol, se pusiera los primeros zapatos y soñara con conducir un automóvil como una manera inteligente de caminar de un lado a otro sobre ruedas… Yo, en cambio, ando a pie, con mis pies y mis zapatos; con mis zapatos y mis pies…creo que todavía es así… (camino, ando, camino, ando, camino, ando)…es condición humana; no es de extrañar entonces que mis pies sean mis zapatos y mis zapatos mis pies que cuando viajo descalzo guardo en una maleta…(ahora no se si lo que guardo en la maleta son los zapatos o los pies o los pies o los zapatos…) Los zapatos son los reyes de nuestra vida diaria… ¿o serán nuestros pies? Mis pies que cobran vida dentro de ellos, o ellos dentro de mis pies pidiendo la sana costumbre de caminar, pidiendo trayectos, pidiendo marcha y libertad de senderistas, en un mundo donde toda marcha es una huida silenciosa sin mapa en la mano…Zapatos de la urgencia, pies de la urgencia; rito habitual de toda andanza; deambular de calles y callejones…encuentros, conversaciones, saludos y caminos polvorientos…y nuevamente de pies en mis pies o en mis zapatos, caminos por continuar buscando el disfrute de un mundo herido en la fuga de los que no caminan; corren sin dejar historia… Yo, camino. Tú, caminas. El, camina…en el albergue de unos zapatos o de unos pies que no se cansan y salen en la compañía de la mujer que quiero y de nuevos encuentros, conversaciones, saludos y caminos polvorientos… En pocas palabras, el sabor del mundo parece estar en los pies metidos dentro de unos zapatos… o de unos zapatos metidos dentro de mis pies como la más prehistórica forma de encontrarnos siempre yéndonos…
Walter E. Pimienta Jiménez |
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