|
Con mendacidad y mendicidad | Jose Maria Barrionuevo Gil. 10.05.14 | | Todos sabemos que en los mentideros de la corte todo está permitido. Qué más le da a la corte no cortarse. Nuestra corte no será la única en el mundo en cuyos palacios campee la mentira, pero puestos a demostrar que somos los más capaces, hemos logrado escalar a un trabajado y honrado puesto en el ranking mundial. Es más, el medallero ha quedado tan reconocido, que hasta la condecorada Virgen del Amor puede sentirse celosa de tamaña nobleza y gloria conseguida por nuestra terrenal corte. De todos modos, los padres de nuestra patria, de nuestro terruño, siempre fueron muy prolijos en aderezar la mentira de manera que pareciera verdad, de buscar toda una guarnición de sinónimos para hacernos comulgar con ruedas de molino y de aprovechar cualquier oportunidad para que el común siguiera sin levantar cabeza, no fuera que se echase a pensar. | “El padre de la mentira” es el Diablo (Juan: 8, 44), pero, por si la mentira se quedara huérfana o desheredada, nuestro adusto terruño la ha adoptado para que no se quede fuera de casa, privilegio del que solo gozan los capitales que se largan a los paraísos fiscales. Así, la corte se ha convertido en el real sitio de la mentira y la mentira se ha alojado en la mansión de la mendacidad. Todo el mundo sabe que la televisión miente, pero esas mentiras son tan lisonjeras, que nos llena de orgullo y satisfacción el darle acogida en nuestros hogares. Una de las mentiras que se ha atrevido a tomar posesión en nuestros reales sitios es el espacio programado por televisión que se titula “Entre todos”, que además ha hecho una apropiación indebida de estas palabras, porque se da a entender que hasta los padres de la patria están poniendo todo lo posible de su parte para remediar tantas necesidades y ocuparse de tantos y más cuantos vecinos, que acuden al dichoso espacio de televisión. El título, “Entre todos”, ya se ha convertido de suyo en una pública mentira, y es aquí donde se han hermanado mendacidad y mendicidad. Aparte de que se esté haciendo espectáculo de la indigencia, sobrevenida por la mala gestión política de los padres de la patria, que son los que hacen causa común a la hora de dilapidar recursos públicos para poder mendigarnos el voto para las elecciones europeas que se avecinan, se forja un espectáculo que va descafeinando (para que no nos pongamos nerviosos) las verdaderas causas de esa penuria que nos atraviesa hasta nuestra más íntima dignidad y que recorre nuestro solar patrio, y así nos creamos que todo se debe a la mala suerte o a causas naturales. Nos volverán a invadir y asaltar por todos los caminos con todas sus mentiras en ristre y bajarán del monte hasta nuestras casas con todas sus promesas en bandolera. Si el capitalismo ha conseguido que nadie se fíe de nadie, alguna ayuda habrá recibido en esta labor de zapa, que ha minado las conciencias del común, de aquellos que, en vez de administrar lo público y servir al pueblo, van vaciando las arcas y se han servido de la gente, que ya no sabe a qué carta jugar. Han marcado las cartas y nos calumnian diciendo que hemos roto la baraja, cuando ya no nos atrevemos a jugar ni a jugárnosla. El casino seguirá abierto, pero nos han dejado sin fichas, porque no nos han dejado monedas de cambio. Nos pordiosean, incluso usando el nombre de Dios y de la religión, y no precisamente en vano, sino con la enjundia sustanciosa de sus ocultos intereses. Nos mendigan la limosna de los votos, cuando no nos han dejado ni calderilla de la miserable participación ciudadana. La troika, no democrática, nos seguirá mangoneando Hasta ahora han perdido una oportunidad de oro de haber renunciado a la parte del león que aumentaba un 28% la dotación a los partidos para la campaña electoral. No nos hemos podido llevar a los ojos, en tiempo de crisis, que usaran solamente la televisión pública para la campaña electoral, haciendo un gesto si no de austeridad, sí al menos de poder decirnos de verdad, aunque sea hipócritamente, por cumplir solo, que “entre todos” podemos poner remedio a este despilfarro de recursos y energías, que se traga el sumidero de la política. “Entre todos” y entre las malezas de sus mentiras (mendacidad) y los rastrojos de sus carencias (mendicidad), la ciudadanía, educada y no manipulada, podrá abrir un nuevo sendero, llevando masivamente votos en blanco (que cuentan como válidos) en vez de abstenerse o votar nulo, honrando dignamente una nueva mayoría absoluta, que pueda reescribir, para poner en negro sobre blanco (ya que los demás votos han sido cheques en blanco) que queremos empezar de nuevo. No se debe renunciar a que se les recuerde descaradamente la votación fracasada de la Constitución Europea. Nos estamos internando en el siglo XXI y queremos participar.
Josemª
|
| <-Volver |
|
|