Lo que sí es cierto es que ningún gobierno del mundo está por desacelerar su economía, crecer menos, consumir menos y gestionar con cuidado sus limitados recursos para una población creciente, todos quieren ponerse en la cúspide de la pirámide y que apague la luz el último. Tendremos que aprender a vivir y cuidar lo que tenemos localmente para que el mundo funcione globalmente.
¿Quién lo hará? Mientras existan las pandas de oportunistas caeremos una vez y otra de la sartén al fuego.
Necesitamos hombres y mujeres honrados y sabios ¿Dónde vamos a encontrarlos?
Si pensamos que la sociedad y sus representantes son un reflejo de los individuos que la forman, habrá que comenzar a barrer los propios patios traseros.
El otro día en el Centro de Salud, contaba un señor mayor, que en el año 66 estaba de emigrante en Suiza y que un día, llevaba en la mano el plástico de la envoltura de una cajetilla de tabaco, se le ocurrió la desafortunada idea de tirarlo al suelo. En el mismo instante tenía encima a cinco ciudadanos que lo increparon hasta que tuvo que coger el plástico y guardarlo en su propio bolsillo. Allí, contaba, no existían los barrenderos salvo para barrer las hojas secas que caen en otoño.
Si aquí cada ciudadano mayor o pequeño necesita la máquina barredora detrás suyo, si nuestras basuras se las echamos al vecino o al primer solar baldío que encontramos, si vemos a los profesores como obstáculos en la carrera hacia el éxito de nuestros hijos, si nuestro civismo mira al propio ombligo, si cada uno piensa en cómo engañar mejor al prójimo, trabajar menos e irse lo antes posible de vacaciones o de por vida a las Bahamas o a Marbella, si cualquiera puede manifestar públicamente que si le falla el negocio se mete a político y a choricear como todos… y lo eligen concejal, ¿Qué gobernantes y representantes políticos esperamos tener?
Pues no hay más que mirar a los que ya tenemos y a los que todavía están por llegar... Nuestros grandes administradores.
Adriana Ruiz. |